Gn 25:27-34 - "El menosprecio a la herencia del Señor, cambiando lo eterno por lo temporal" - Serie Génesis No. 53
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Estamos en un mundo que aparenta tener muchas cosas para ofrecernos. El mundo ignora que pertenecemos a Cristo y entonces nos ofrece muchas cosas. El problema es que a veces nosotros cedemos parcialmente y en algún caso totalmente a sus ofertas. Esto es menospreciar de cierta manera las bellas promesas, planes y propósitos eternos que el Señor tiene para nosotros.
El mundo nos ofrece todo a un supuesto bajo costo, si tan solo estamos dispuestos a renunciar a un poquito a nuestra fe en Jesucristo. Para el creyente Jesucristo controla la vida, las decisiones y nos sustenta en su gracia, pero el mundo no quiere nada de Cristo. ¿Entonces qué hacemos? Y a veces llegamos a pisar una línea muy delgada que no nos permite identificar cuándo somos presas del mundo, la vanagloria, la carne y los deseos y cuando estamos a punto de perderlo todo, menospreciar su gracia y aceptar la oferta del mundo.
Algo que al mundo y a Satanás le interesa mucho es que no seamos participantes de la gracia del Señor. Que nuestras vidas no tengan propósitos eternos, y mucho menos que seamos parte del plan de Dios para redención a los perdidos. ¿Será que alguna vez nosotros hacemos más caso a Satanás y al mundo, que a la Palabra y Voluntad del Señor? ¿Será que alguna vez llegamos a menospreciar la gracia del Señor cuando vivimos en la carne más que en la fe? ¿Qué significa menospreciar las promesas eternas o la oportunidad de ser parte del plan de Dios?
A veces ponemos tanto énfasis a esta vida y nos aferramos tanto a lo que ven nuestros ojos que dejamos de ver las promesas espirituales y eternas.
Estamos estudiando Génesis 25 y como breve resumen, Abraham había recibido promesas del Señor, las había transmitido a Isaac su hijo y ahora Isaac debía transmitirlo a uno de sus hijos. ¿Qué sucederá? ¿Será el hijo mayor o el hijo menor que recibirá estas promesas? ¿Cuál de los gemelos heredará la herencia familiar y espiritual? ¿Qué importancia tiene todo esto para nuestras vidas?
En la porción de hoy de las Escrituras vamos a conocer a un hombre que cambio la herencia espiritual por una satisfacción personal y de esta manera se alejó de ser partícipe de los planes del Señor. El título del mensaje de hoy es: “El menosprecio a la herencia del Señor, cambiando lo eterno por lo temporal”. Y si abres tu corazón a la Palabra del Señor seguro que nos transformará y nos dará un corazón humilde que reconozca la necesidad de Cristo y su guía en nuestras vidas para ser parte de sus planes y propósitos.
EXÉGESIS Gn 25.27-34
EXÉGESIS Gn 25.27-34
En nuestro estudio anterior hemos visto cómo nacieron dos hijos de Rebeca. Estos eran gemelos y la Biblia continua este relato:
27 Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas.
Esaú y Jacob habían nacido del mismo vientre pero tenían vocaciones distintas. Esaú es diestro en la caza, es un hombre fuerte y hábil en el campo, mientras Jacob es mucho más tranquilo y es un hombre que le gusta quedarse en casa. Probablemente Jacob tiene una actividad como pastor de ovejas.
Pero también hemos dicho en el estudio de los anteriores versículos que los padres habían cometido un severo error. Esto es lo que dice el versículo siguiente.
28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.
Isaac amaba a su hijo primogénito Esaú porque por su vocación permitía que su padre se alimentara bien. En cambio Rebeca amaba más a Jacob. No se nos dice el motivo, podría ser como respuesta al amor desproporcional del padre por el hijo mayor, o tal vez por el mismo error del padre, pero de todas formas en ambos casos esto no era correcto. Habían abierto las puertas a distanciamiento y rivalidad entre hermanos y en este versículo ya los hijos no eran pequeños sino mayores. Entre versículo 28 y 27 hay muchos años de diferencia pero el amor de los padres a los hijos se ha intensificado de forma desigual.
29 Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, 30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.
Este versículo es el preludio de una situación crítica en la relación de los hermanos.
Jacob generalmente habita en las tiendas y había estado en casa cuando su hermano mayor, Esaú, había ido de caza. Aquel día Jacob había preparado un guiso. “Potaje” es una palabra tal vez a la cual no estamos acostumbrados, pero simplemente hace referencia al plato que prepara Jacob, es decir al guiso. Esaú había tenido una ardua labor aquel día y la Escritura dice que había regresado del campo “cansado”, es decir, estaba fatigado, sediento y sumamente hambriento.
“..te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.” - Esaú hace un pedido clamoroso a su hermano, expresando que está realmente cansado y hambriento. Esaú es fuertemente atrapado y atraído por el plato que su hermano ha cocinado. Debió haber sido tanta la insistencia o la intensidad del pedido por aquel “guiso rojo” que luego Esaú sería llamado “Edom”. Edom literalmente quiere decir “Rojo”.
Hasta acá, este versículo no parece describir ninguna cosa fuera de lo normal. Tenemos un hermano que llega cansado del trabajo y pide de comer a su hermano quien acaba de cocinar. Sin embargo, todo se empieza a complicar en el siguiente versículo.
31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Entender esta parte es sumamente importante para comprender el resto de la porción. Este versículo tan corto describe muchas cosas sobre Jacob.
Primero vemos que es un “Oportunista”. Jacob, no sabemos por cuánto tiempo, tiene en mente su lucha por la primogenitura. Jacob muestra con palabras algo que venía guardando tiempo atrás y sus palabras revelan el deseo de su corazón. Jacob el hijo menor, quiere ser el primogénito. Los beneficios de la primogenitura de forma natural caían en Esaú. Pero, debemos preguntarnos ¿Por qué Jacob quiere la primogenitura?
Por supuesto que nuestro tiempo y cultura son distintos a los de Jacob. Tratemos de entender su contexto. La primogenitura tiene dos componentes esenciales para la familia de Isaac:
En primer lugar el componente externo. Ser primogénito o hermano mayor quiere decir que estará por encima de toda la familia cuando el padre ya no esté. No solamente será el hermano mayor, sino que ejercerá autoridad sobre todos los hermanos y sobre todas las cuestiones que tengan que ver con la administración y gobierno de la casa y familia. Por otro lado, también el mayor recibiría una doble porción de la herencia del padre. Cuando el padre repartía la herencia, contaba el número de hijos y sumaba uno al final. Por ejemplo, si tenía 3 hijos, partía la herencia en cuatro y esa cuarta parte era para el hermano mayor. Entonces el hermano mayor recibía doble porción de herencia o bienes por su beneficio de la primogenitura. Esto es lo que correspondía a Esaú por haber nacido primero.
También tenemos un componente interno que tiene que ver con algo todavía más precioso. La promesa realizada por Jehová a Abraham consistía en heredar la tierra de Canaán y esto debía recaer solamente sobre una descendencia o específicamente sobre uno de los hijos. ¿Recuerdas el caso de Ismael?
Abraham había tenido a su hijo Ismael con la sierva Agar. Y un día Sara la esposa de Abraham había visto cómo Ismael se burlaba de Isaac, entonces Sara dijo a Abraham:
10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.
Había dos herederos por ser hijos, es decir, Ismael e Isaac, pero Ismael tuvo que irse lejos para no heredar con el hijo de la promesa que era Isaac. Dios mismo había dicho a Abraham que acepte ese pedido:
12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.
Entonces, hay una herencia que es bastante cuidada porque venía de las promesas hechas por Dios a Abraham, maravillosas promesas de formar un pueblo nuevo, de recibir la tierra de Canaán, de ser benditas en Él todas las familias de la tierra que significa guardar la línea mesiánica hasta la llegada de Cristo. Todo esto tenía que pasar a un solo hijo.
¿Qué sucedió con los otros hijos de Abraham que tuvo con Cetura en relación a la herencia? También habíamos estudiado un versículo importante:
6 Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía, hacia el oriente, a la tierra oriental.
Abraham mismo había enviado lejos a sus hijos que tuvo con Cetura para evitar potenciales problemas ya que la herencia espiritual y las promesas que estaban sobre Abraham debía recaer únicamente sobre aquel hijo que iba a continuar con la línea mesiánica y heredar la tierra de Canaán así como todas las promesas de Jehová. El Señor en Su soberanía había escogido a Isaac como el hijo de Abraham para dar cumplimiento a sus promesas y aunque repartió otros bienes a sus otros hijos, también los envió lejos para evitar cualquier enfrentamiento sobre la tierra de “Canaán” que pertenecía únicamente a Isaac y a su descendencia.
Pero ahora, en la porción de hoy, tenemos un problema. Hay dos hijos de Isaac. Esaú el mayor y Jacob el menor. Luchando desde el vientre y de paso alentados por un amor desigual de sus padres y solamente uno de ellos puede heredar lo prometido por Jehová.
Así que cuando leemos nuevamente Gn 25.31:
31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Ahora sabemos que la primogenitura no se trataba tan solo de una doble herencia de los bienes materiales del padre y la autoridad sobre la casa, sino de las promesas extraordinarias de ser parte del pueblo escogido de Dios, de recibir la tierra de Canaán, de bendecir a todas las familias de la tierra con un descendiente que cumpliría la profecía de Génesis 3.15. La primogenitura estaba representando todas esas cosas y Jacob acaba astutamente de pedirla a cambio de un plato de comida.
“..Véndeme en este día tu primogenitura.” - Jacob al pedir esto, estaba pidiendo un acuerdo inapelable, vinculante, que debía luego ser respetado por ambas partes y es posible que en ese lugar esté gente presenciando como testigos este acuerdo.
Tenemos en este versículo a Jacob, cuyo nombre significa “suplantador” a un hombre muy astuto, oportunista y aprovechando de la situación de su hermano en una condición de debilidad. Sin embargo, a pesar de todas las cosas malas que vemos en esta acción de Jacob, también vemos algo que sí parece ser bueno. Para Jacob si significa algo o es importante recibir las promesas espirituales dadas a Abraham y a Isaac. Es un hombre que sí está interesado en la herencia familiar. Aunque su método es humano, oportunista y abusivo, sus palabras reflejan un deseo de ser parte de esas promesas y de anhelarlo con todo su corazón. No se puede justificar la primera parte o los errores de Jacob y Dios mismo no lo hará. De hecho, Jacob afrontará disciplina y situaciones trágicas donde recordará lo que acaba de hacer a su hermano cuando se encuentre en situaciones similares en el futuro.
¿Recuerdas quién había sido elegido por el Señor para ser el heredero espiritual? Ya Dios había dicho a Rebeca que Jacob iba a serlo. Pero Jacob se parece tanto a nosotros que piensa que debe ayudar a Dios para lograr esos planes o propósitos. Comete el mismo error que cometió Abraham cuando empezaba su caminar con el Señor. Abraham había recibido la promesa de un hijo y para “ayudar” a Dios lo había tenido con la sierva y no como Dios lo tenía planeado, es decir, con su esposa Sara. Este es el versículo donde mucho antes Dios había dicho a Rebeca que Jacob sería el que recibiría la promesa:
23 y le respondió Jehová:
Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.
Entonces, Jacob no tenía que luchar o buscar con sus fuerzas su primogenitura, sino tan solo esperar quieto la providencia de Dios, en el tiempo del Señor.
¡Si tan solo pudiésemos entender que Dios no requiere de nuestra ayuda en absoluto! Si tan solo pudiésemos entender que la mayoría de veces que hemos fracasado, tal vez lastimando a otros o a los que amamos, a causa de buscar algo que pensamos que es para nosotros, si tan solo en esa ocasión hubiésemos dejado de luchar por ello y hubiésemos doblado nuestras rodillas, pidiendo al Señor que en Su misericordia haga de acuerdo a Su Voluntad y que nosotros tan solo esperaremos en Él, por su SI o por su No, por sus puertas abiertas o sus puertas cerradas! ¡Cuánto daño, heridas, tiempo perdido,dolor y otras cosas, hubiésemos evitado!
Jacob el usurpador, había hecho honor a su nombre y había decidido adelantarse y luchar con sus fuerzas por algo que el Señor le iba a dar a su tiempo.
¡No olvidemos, nunca debe ser a nuestra manera o según nuestros deseos o planes, sino los del Señor!
Jacob sí tendrá lo que Dios había prometido porque Dios siempre cumple sus planes, pero Jacob acaba de inscribirse de forma voluntaria a la escuela de disciplina del Señor, donde tendrá que aprender a través del dolor que estas cosas no son buenas ni son parte de los propósitos divinos. Jacob el oportunista cuando decida casarse caerá en manos de un “suegro” mucho más oportunista que él y Jacob el oportunista caerá trágicamente ante el dolor del “oportunismo” de sus hijos cuando estos se deshagan de José presentando la túnica con sangre de su hijo aparentemente devorado y así tendrá que vivir con ese dolor muchos años. Jacob recibiría su lección más adelante.
Y continúa la Escritura con este relato entre los hermanos:
32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Este versículo es tan triste de leerlo. Así como Jacob era oportunista y no obraba bien, había otro hermano que era peor. Al menos Jacob tenía en su mente y corazón el deseo de ser parte de las promesas espirituales de Abraham y de su padre Isaac. Pero Esaú es un hombre que deshonra totalmente la herencia de la familia.
Más adelante, nos cuestionaremos si muchos de nosotros también somos como Esaú. Pero por ahora, podemos ver que Esaú es el hombre valiente y fuerte que no tiene temor alguno de Dios ni de su padre Isaac. En la mente de Esaú las promesas recibidas no valen más que un plato de comida. Está dispuesto a perder toda su primogenitura por su esclavitud a su necesidad física y a un plato de comida que lo ha conquistado por los ojos, como bien antes había dicho a Jacob: “..que me des de comer de ese guiso rojo”.
El problema es serio. No solamente está despreciando la doble porción de la herencia de su padre sino las promesas futuras dadas a Abraham e Isaac. Jacob aunque con métodos equivocados tiene los ojos en las cosas invisibles y futuras de aquella promesa, pero Esaú tiene los ojos tan solo en saciar sus necesidades temporales: “..He aquí yo me voy a morir, ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?” - Fuera de la vida que él ve, ya no hay más motivos, ya no hay más vida, ya todo termina ahí para Esaú. Las promesas son espirituales, Dios estaba formando un pueblo de Abraham e Isaac, quienes iban a recibir tierra, ser un pueblo escogido, ver la gracia de Dios de cerca, bendecir a todas las familias de la tierra a través de una descendencia que culminaría en Cristo y ahora claramente Esaú no era digno de ello. La Escritura misma dice en el Nuevo Testamento:
16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Esaú había profanado la primogenitura. ¿Será que por ese motivo Dios en su conocimiento previo escogió a Jacob y no a Esaú? ¿Será que también por eso dice Malaquías que Dios había amado a Jacob y había aborrecido a Esaú? No lo sabemos. Podría ser el conocimiento previo, como podría ser simplemente decisión soberana de Dios. Y como no nos corresponde ir más allá que la revelación de la Escritura, entonces esa respuesta se la dejamos al Señor. Muchos luchan con esa pregunta, arman y desarman pensamientos con sus respuestas y a veces es peligroso. Nosotros simplemente daremos Gloria al Señor por sus decisiones, por su Soberanía y descansaremos confiando en Su Voluntad y en Sus Santos Designios.
Lo cierto es que Esaú sí ha profanado la primogenitura por un plato de comida. Esaú cambió lo eterno por lo temporal.
33 Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.
Jacob no pierde tiempo ante la debilidad de su hermano, le pide que le “jure” que él renunciaba a su herencia especial. La respuesta de Esaú confirma su desprecio a las promesas recibidas. Como la Escritura realmente lo señala “..vendió a Jacob su primogenitura”.
Jacob había logrado sus propósitos. Anhelaba tanto ser parte de esas promesas espirituales que había perdido el horizonte de cómo hacerlo. Dios no necesitaba su ayuda ni sus métodos para elegir un descendiente. Jacob quería ser parte de las promesas del Señor pero quería hacerlo a su manera, olvidando que Dios es Santo y que nos llama a serlo también.
34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
El trato ya había sido cerrado y Jacob da pan y el guisado de lentejas a Esaú. La narrativa bíblica es simple y concreta, Esaú come, bebe, se levanta y se va. Tan simple como eso, así había cambiado la mejor porción de la herencia de Isaac y las promesas hechas desde Abraham.
La Escritura dice una frase que es triste: “Así menospreció Esaú la primogenitura”. El autor inspirado de Génesis utiliza “menospreció” y es que Esaú tuvo en tan poco la herencia familiar que iba más allá de una doble porción de bienes, sino que representaba ser el pueblo escogido del Señor.
MEDITEMOS EN LA PALABRA
MEDITEMOS EN LA PALABRA
En esta porción de la Escritura hay muchas aplicaciones para nuestra vida, sobre todo a cerca del desprecio a la herencia espiritual del Señor. Todos nosotros, empezando por mi persona, necesitamos cambiar mucho, ser transformados por el Señor en esta porción de la Biblia.
Podemos aprender de Jacob que:
No esperar en el Señor va a llevarte al dolor, y haciendo las cosas a tu manera vas a terminar con la disciplina correctiva de Dios.
No esperar en el Señor va a llevarte al dolor, y haciendo las cosas a tu manera vas a terminar con la disciplina correctiva de Dios.
Jacob era un oportunista. En este tiempo, no era aún el Jacob que confiaría plenamente en el Señor. ¿Hay cosas buenas en él? Sí, claro. Quería ser parte de las promesas del Señor y las anhelaba, pero no honraba totalmente al Dios de las promesas. Jacob tiene un deplorable actuar, recurre a su oportunismo y estrategias en vez de las del Señor, prefiere utilizar su “astucia” en vez de ver las maravillas de Dios obrando a su tiempo.
¿Cuánto nos parecemos a Jacob? ¿No notas que nuestra vida está llena de episodios similares, donde no hemos esperado lo suficiente en el Señor, sino que hemos hecho las cosas a nuestra manera? ¿Cuántos sueños, planes o propósitos hemos tratado de alcanzar a nuestra manera, tal vez pisando las leyes y la gracia del Señor?
Jacob fue oportunista con su propio hermano, y abusó de una condición crítica en la que se encontraba Esaú. Su precioso anhelo de ser parte de las bendiciones espirituales era opacado por sus inapropiados métodos.
¿Cuántos cristianos se han manchado con pecado, con métodos de astucia para tener un trabajo, para lograr un ascenso, para ganar una posición, para hacer algún negocio o emprendimiento, con métodos y formas que no son transparentes a los ojos de Dios? No solo te has manchado tú, sino que has manchado el Nombre de Cristo, de Quién damos testimonio todo el tiempo con nuestras vidas y actos.
Dejemos al Señor encargarse de nuestro sustento, del pan de nuestra casa, de la vestimenta, de los ingresos, de la salud, de toda situación en nuestras vidas. No estamos diciendo que no trabajes por lograrlo, estamos diciendo que pongamos nuestra fe en el Señor para que Él nos guíe, nos de sabiduría para no ensuciarnos en tareas tan nobles como llevar el pan para nuestra esposa e hijos. ¿En qué has puesto tu corazón y cuál será el precio para lograrlo? Ten por seguro que no valdrá la pena hacerlo sin Cristo.
4 Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
Vivamos como creyentes que descansamos en la Voluntad de Cristo. Este versículo dice que él concederá las peticiones de tu corazón. Esto no es un cheque en blanco para lo que tú quieras, sino que deleitarse en Jehová es dejar que sea lo que Él quiere aún cuando esto signifique renuncia nuestra a muchas cosas. ¡Si esto lo hubiese comprendido Jacob! Hubiese evitado dolor en su vida y disciplina del Señor. Aprendamos a dejar nuestras vidas y todos los aspectos de nuestra vida en las manos del Señor.
No es el esfuerzo humano que te lleva a los propósitos divinos, sino el Señor que mira los corazones.
No es el esfuerzo humano que te lleva a los propósitos divinos, sino el Señor que mira los corazones.
Tengo que aprender tanto de esto y ojalá tú también tengas que aprender tanto de esto. Jacob está luchando por la primogenitura pero realmente ni él ni Esaú tenía decisión sobre las cosas espirituales que Dios estaba haciendo en la humanidad. Cuando se trata de la bendición heredada de la promesa, no es el mero curso de las acciones humanas que pueden decidir estos asuntos espirituales, sino que es Dios quien obra soberanamente para que toda la Gloria sea para Él y no para los hombres.
A veces nos encaminamos en tanto esfuerzo humanos cuando realmente Dios no nos ha llamado más que a vivir piadosamente con corazones puros delante de Él.
Hay un evangelio de la prosperidad que es predicado en muchas iglesias evangélicas que ha hecho mucho daño a los creyentes. Esta vez no te estoy hablando de ese evangelio que claramente identificamos todos como prosperidad, sino del que nos cuesta identificar y que cada vez ocupa más lugar en los púlpitos de iglesias sanas. El mensaje levemente disfrazado de que debes cumplir con tus sueños, de que Dios está ahí para ayudarte a lograrlo, de que eres un conquistador y que debes luchar por alcanzar tus metas. Ese no es el mensaje de la Biblia. Sino tendríamos que felicitar a Jacob por su entusiasmo a pesar de sus obras. ¿Sabes qué busca el Señor?
El Señor no estaba buscando a un ganador en la lucha de la primogenitura sino a un corazón humillado que reconozca su necesidad de Él. ¿Y como lo sabemos? Muy sencillo, porque Él obra muy distinto a lo que el hombre espera:
Jesucristo no vino de Caín el primogénito, sino de Sem, Cristo no vino de Nacor ni de Harán, sino de Abraham. Cristo no vino del fuerte Ismael el hijo mayor, sino del tranquilo Isaac. Cristo no vino del hombre valiente y cazador Esaú, sino del penitente y arrepentido Jacob. Cristo no vino de los siete hijos mayores de Isaí, hombres muy bien parecidos, sino del menor, de David el pastor de ovejas. Cristo no vino del hijo mayor de David, sino de uno pequeño. ¿En serio estás luchando por cosas humanas cuando el Señor decide tan solo mirando los corazones de las personas? ¡Qué inútil esforzarse tanto para tan solo terminar pecando, cuando el Señor tan solo busca corazones humildes.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
No estás llamado a buscar tus sueños, y peor aún con tus propios métodos, sino estamos llamados a entregar por completo nuestro corazón a Cristo. Él está mirando nuestros corazones y será que en ellos hay un espacio para Él?
El Señor mira los corazones y busca uno que reconozca que no puede por sí mismo, sino que se humilla a Cristo y reconoce que Solo Él puede llenarlo. Y entonces solamente así obrará el Espíritu Santo en nuestras vidas. Como dice el versículo: “..pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
Valora lo eterno por encima de lo temporal. No menosprecies ser parte de los planes y propósitos de Dios por las cosas temporales que el mundo ofrece.
Valora lo eterno por encima de lo temporal. No menosprecies ser parte de los planes y propósitos de Dios por las cosas temporales que el mundo ofrece.
Esaú despreció ser parte de los planes de Dios. Despreció la herencia de la familia incluyendo ser parte de los propósitos de Dios, ser su pueblo y a su descendiente Jesucristo.
Hay cosas que deberíamos valorar más que nada en el mundo. Y eso es tener comunión con Cristo y ser parte de sus planes y propósitos. Esaú había profanado ese honor al cambiar lo eterno por lo temporal, al elegir su satisfacción temporal en vez de las promesas futuras que Dios tenía planeado. Tal vez digas pero yo nunca he cambiado al Señor, sigo asistiendo a la iglesia. Pero ¿Te sientes también partícipe de la obra de Dios en el mundo? ¿Eso es importante para ti? En otras partes del mundo hay creyentes muriendo por su fe y nosotros ¿qué estamos haciendo? ¿Te das cuenta que a veces vivimos más para los propósitos del mundo que para los de nuestro Señor?
Una manera de darte cuenta si estás participando de los propósitos del Señor es tu compromiso con el ministerio que se nos ha encomendado. ¿Cuántos discípulos para Cristo has hecho en este año? Tal vez has invitado a alguien a la iglesia, has compartido un link, has enviado mensaje, y claro, eso ya es bonito, y tiene realmente un valor especial, pero no es suficiente, al menos no para experimentar toda la bendición que significa ser parte de los propósitos de Dios. Necesitamos estar comprometidos con el evangelio de Cristo. Una manera de menospreciar la herencia del Señor es cuando todo tiene más importancia que las cosas espirituales. Necesitamos a veces renunciar a actividades de trabajo, deportes, fiestas o cumpleaños, reuniones de amigos, para no solo asistir sino hacer una obra según los planes del Señor, para rescate a los perdidos porque sabemos que esta vida es pasajera y ¡hay una vida eterna que no podemos perderla!
Esaú vivía como si esta vida fuese todo, como si no hubiese planes ni promesas en la eternidad, así como tampoco un Creador y Soberano sustentando todo ello, y aún sabiendo las promesas recibidas a Abraham y a Isaac su padre, aún así vivía con los ojos puestos únicamente en esta vida. Pero es triste cuando los creyentes también vivimos así.
32 Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
Esto es lo que decía Pablo sobre el pensamiento de personas que no tenían esperanza de la vida eterna: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. Y es exactamente lo que hace Esaú. Come y bebe porque no hay más para él que esta vida y aunque tenga que perder la primogenitura no le serviría de nada ya que no hay nada más. Esto es olvidar que existe un Creador, promesas hechas por él y propósitos.
Empecemos a vivir por las cosas espirituales. Que nuestra comunión con Cristo sea lo más importante, más que cualquier otra cosa que ofrece el mundo. No nos aferremos por esta vida, sino que vivamos por la eterna.
No olvidemos que Cristo en la cruz, pagó el precio con su sangre, no para que pensemos en lo efímero que es la vida, sino para que tengamos una herencia eterna y vivamos con los ojos puestos en ella.
18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Esaú puso sus ojos en lo visible, menospreció las promesas recibidas a su familia. No hagamos lo mismo. Renovemos hoy nuestro compromiso de valorar más la herencia espiritual recibida y los propósitos de la eternidad con Cristo. Participemos más de sus planes para con Su Iglesia porque el mundo no tiene nada que ofrecernos que se compare con la eternidad con el Señor. Vale la pena invertir en lo eterno, no menospreciar su herencia, no cambiar lo eterno por lo temporal. Él ha dado su sangre y vida para eso. Vamos a orar.